24 de diciembre de 2013

Navidad

Si el día de navidad pongo el año en negativo (como se hace con las fotos) el 25 es un día normal y el resto es mi navidad. Mi año fue mi navidad. Conocí a quién me hace sonreír en el pensamiento y por las sensaciones, y tuve un año que de describirlo con una palabra la que más bien me hace sentir al decirla es: "Redondito"

23 de diciembre de 2013

I

Disparenme si miento al decir que no existe sensación más hermosa, más maravillosa que saber que a quien tú amas sabes que te ama del mismo modo y a su manera.

15 de diciembre de 2013

Para despedir, un abrazo. Para saludar, un beso.

Todo se basa en un abrazo, creo yo. Ahí es donde uno pone sus mejores deseos, el mayor Amor y un implícito, pero claro, vuelve pronto. Hombros que se humedecen, tal vez, y oídos que se encuentran con los susurros de labios que prontamente besarán. Palabras que van cargadas como nunca, palabras en las que uno confía plenamente que nos ayudarán en ese momento a dejar una buena, aunque un poco triste, sensación. Todo eso una vez que el simple y a la vez complejo abrazo se pause. Y digo pause porque se reanudara después de que ese tiempo de agonía soportable acabe. Si supiera que el abrazo significa el punto final, no conozco ser humano que desee ponerle fin a uno que por cuenta propia quiso dar.

Aquí te tengo, entre mis brazos, sin la más mínima intención de dejarte ir, pero sé que en algún momento lo tendré que hacer. Disfruto cada segundo que pasa y siento tus brazos presionándome como para que nos fusionemos. Alegría de saber que estoy aquí contigo y pena de saber que no te puedo llevar.

No he dicho una sola palabra porque dejé de confiar en ellas hace mucho tiempo. Las usé bastante en su tiempo de gloria, confiando en que me ayudarían a hacerte sentir o darte a entender qué es lo que pasa acá dentro, pero ni este texto expresa con exactitud las cosas que siento. Muchas veces las palabras me pusieron en una situación que nunca quise estar, pues tus oídos naturalmente sólo escuchan lo que sale de mi boca y no como vibra mi cabeza. No quiero arruinar nada más, no quiero ensuciar nada más, por eso prefiero el silencio. Cuantas veces me miraste como a un desesperado loco cuando intentaba ordenar mi cabeza usando mi garganta, y cómo aumentaba esa idea de mí cuando repentinamente me callaba porque me había dado cuenta de que todo lo que estaba diciendo te daría la idea que no estaba intentando explicar. Las palabras me daban esperanza; creía que sólo hablando se podía decir la verdad. ¿Qué sería de tu mente si escucharas estos pensamientos? Nuevamente una razón de por qué no he dicho una sola palabra desde que te envolví en mis brazos. Creo que basta esta acción para expresar con exactitud lo que siento. Nunca había sentido que existía algo más preciso que las palabras.

Lo que tú estés ahora pensando es un enigma. No quiero siquiera preguntarte, porque pareciera ser evidente. Sé que muchas veces pregunté lo evidente sólo para que se me repitiera, porque simplemente me gustaba escucharlo otra vez, como si fuera mi canción favorita. Muchas de tus palabras me encanta escucharlas dos, tres, cuatro veces. Muchas de tus acciones me gusta presenciarlas diez, veinte, treinta veces, como si fueran mi película favorita.

Antes de llegar aquí veníamos de la mano, sabiendo que luego las soltaríamos para estar así, tal cual estamos, abrazándonos. Yo tomando tu mano, tú tomando la mía, apretada, como si ellas se estuvieran despidiendo también, como si ellas se estuvieran abrazando tal cual lo estamos haciendo nosotros. Nuestras manos. Tus manos en mi pelo, tus manos en mí. Mis manos en tu cara acariciándola mientras tú tienes los ojos cerrados o miras a otro lado. Recuerdo las muchas veces que estábamos sumergidos en esa simple acción, silenciosa y hermosamente ruidosa por dentro, y tú girabas tu cabeza y entraban al escenario otros personajes: tus ojos. Recuerdo cómo nos miramos fijamente durante mucho tiempo y yo inmediatamente, o a veces después de un tiempo, sonreía porque me era inevitable no sentir esas ganas de sonreírte, de mostrarte de ese modo cuán feliz me hace estar en esa posición. Tú sonríes y yo no me resisto: los ojos se cierran y un beso entre nosotros ocurre. Mi situación favorita.

Pero acá estamos, acá estoy, recordando lo que no tendré por un tiempo. Me alegra saber que es sólo un tiempo. Ya empiezo a sentir cómo quieres soltarme, y sé que no lo haces porque no te guste, sino porque de seguro ya llevamos tiempo abrazados. No tengo ni una pequeña idea de cuánto tiempo ha pasado, sólo sé que estás aquí y que, por Dios, no quiero dejarte. Pero no voy a resistirme, no quiero alargar aún más esto. Quiero todo lo contrario: irme, disfrutar y volver con los mejores recuerdos, las mejores emociones y sin dudas las mayores ganas de volver a pasar tiempo contigo.

Me soltaste. Te miro, la fábrica de lágrimas está funcionando como si quisieran llenar un océano, pero lo contengo, lo contengo, lo contengo, lo contengo, lo contengo.

¿Y qué es de un abrazo cuando nos volvamos a ver?

No creo que tanto como lo ha sido en la despedida.

¿Y qué es de un beso cuando nos volvamos a ver?




10 de diciembre de 2013

A 10 años más

¿Y si nos pudieran dar una mirada fugaz a 10 años más adelante en nuestras vidas?
Veríamos gente desconocida que en esos momentos parece ser muy cercana a nosotros, quizás; y nos sentiríamos curiosos de conocerlos y saber cómo es que llegaron a ser lo que serán.
Estaríamos muy felices de ver que aún seguimos viendo a las mismas personas que hoy tenemos; y por el contrario, quizás lloraríamos de inmediato al notar la ausencia de otros.
Veríamos nuestros pies puestos en un lugar que quizás ni imaginamos que podríamos estar, y otra vez nos sentiríamos curiosos de saber cómo llegamos a ese lugar.
Nos miraríamos a nosotros mismos y bastaría ver la cara que uno tiene para saber si vamos por buen camino o tenemos que ser un poco más libres.

¿Y si no supiéramos que va a amanecer?

¿Y si no supiéramos que va a amanecer?
El día estaría lleno de gente con energía incluso si despertaron cansados. A nadie le importaría nada más que disfrutar, y mientras ven que el sol se va y así su luz, habría más gente corriendo queriendo cumplir sus deseos, o veríamos gente sentada en las calles sonriendo y disfrutando a su modo del supuesto único día. Otras quizás pasarían el día entero intentando mirar el sol como si fuera un cometa muy brillante que no verán nunca más en sus vidas. Otros estarían desde la mañana llorando, lamentándose de por qué se les dio una vida tan corta, pero estarían los que quieren hacer el bien en su supuesto único día y ayudarían al que no sonríe. Las noches serían melancolía pura o de agradecimiento eterno.

¿Y a la mañana siguiente?
Sorpresa para el melancólico: sorpresa para el que lloraba por haber cometido un error, pues ahora podrá intentarlo otra vez; sorpresa para el que lloraba por no haber actuado a tiempo, pues ahora podrá intentarlo otra vez, o continuar; sorpresa para todos los que lloran, porque tendrán otra oportunidad, ya sea para intentarlo otra vez o para sobreponer un mejor recuerdo sobre el del día anterior. Sorpresas para los que agradecieron, porque tendrán un nuevo día y sentirán que se les entregó porque hicieron bien el día anterior, y querrán hacerlo otra vez.

Pero no, uno da por sentado que despertará al otro día...
Y otros se dan por muertos cuando el sol se esconde...